jueves, 9 de octubre de 2008

PALABRAS DE MUJER

Virginia Duràn Campollo




Comentábamos la necesidad inmediata de transformación, en las actitudes que la burocracia a nivel nacional y, por supuesto, estatal tiene para la atención de la ciudadanía. La sociedad no podemos permitir más, entre otras muchas cosas, esa manera déspota, grosera, indolente, burlona que la mayoría de los encargados de los diferentes áreas de gobierno adoptan, con los usuarios. Esta historia es más antigua que la de la Humanidad, pero lo malo es que no se trasforma y no se hará, pensamos, por parte de ellos y eso esta visto así que somos nosotros quienes debemos exigir buen trato. Si usted se agacha y se va de lado, como dice la canción, continuará siendo pisoteado en sus derechos más elementales. Y entonces no se queje.

El escenario también es harto conocido. En las salas de espera y emergencia de todos los hospitales públicos; en las ventanillas para cualquier pago como la luz, agua, predial, Seguro Social, infracciones de tránsito y demás impuestos, saldos con nuestros gobiernos que nos dan servicios de tercera y cobran como si fueran de primer mundo. Bueno hasta cuando uno se muere, como de despedida póstuma por haber sido mexicanos, nuestros familiares pasarán por una serie de trámites tan engorrosos y tardados que, finalmente, eso es más para llorar, desesperarse que la propia pérdida del ser querido. No hay sensibilidad, educación, ética. Cumplen un horario y hasta ahí. Al llegar el tiempo de salida, ahí se ven.

Al respecto, recordamos una escena inolvidable de un programa cómico con Héctor Suárez y Daniela Romo, en que el primero llegaba a una sala de hospital público apuñalado, sangrando y aún con el arma asesina en el pecho. La mujer que atendía el mostrador, la Romo, le pedía que para poder ingresarlo necesitaba su cartilla, acta de nacimiento, credencial de elector, un fiador, cartas de recomendación, tres familiares que respondieran por él y en esas estaba cuando el pobre hombre murió. Y esto parece un chiste, pero es una realidad. Sólo hay que estar en una de ellas y observar detenidamente como en vez de trabajar, la burocracia continúa con sus vicios de siempre: comen, platican, hablan por teléfono y demás.

Solicitamos a las autoridades correspondientes-¿tal vez la Contraloría o Derechos Humanos?- que intervengan en la creación de un código, ley que sancione a los servidores públicos, que son groseros y altaneros con quienes solicitan sus servicios. Aquellos del llamado primer nivel, que gustan de tener sus ante salas llenas de gente (será que piensen que eso los hace más importantes) y finalmente de 30 atienden a 6 y luego de varias horas mandan decir que el gobernador les llama con urgencia (sí tú) y la historia se repite día a día. Consideramos que es más político decir no, ha decir sí pero no hacerlo nunca. ¿Por qué les cuesta tanto negar lo que no pueden dar y mantener e

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