sábado, 4 de abril de 2009

Franco en Linea

¿ROJA A INOCENCIO?
LUIS GUILLERMO FRANCO

La intriga es una herramienta perversa que se utiliza en política para descalificar el trabajo que se ejerce con pasión, pero sobre todo con responsabilidad. Cuando se actúa con prudencia y se responde con eficiencia ante las comisiones que se delegan, la maniobra siniestra del detractor se convierte en una alegórica acción de escupir hacia el cielo. En mi experiencia política, he aprendido que se vale disentir, discutir en voz alta la naturaleza de nuestras discrepancias con el propósito superior de sintetizar propuestas que contribuyan al desarrollo de la organización a la que se pertenece. En muchas ocasiones y en todas las instituciones, es importante desempolvar la autocrítica, y ésta debe ejercerse con compromiso ético. En particular, ningún instituto político debe estar ajeno al debate interno, porque en la práctica se trata de la confrontación de ideas con naturaleza racional y no de refutar dogmas, porque esos se encuentran reservados para los cuerpos sociales que comparten una creencia divina que no admite regateos en sus fundamentos.
Es pernicioso creer que en este país alguien exija que un articulista se olvide de su oficio, que calle por el simple hecho de ser un “subordinado” que de manera “impertinente” utiliza su tribuna para “descalificar”. La percepción que tengo de Inocencio Yáñez, es que se trata de un polemista nato, lo cual es positivo cuando existe una actitud serena ante criterios divergentes. En este sentido, lamento que ejerza un estilo donde sus exposiciones se plantean con una ferocidad maniquea que no admite argumento en contrario. No soy improvisado, desde el 5 de febrero de 2005, Diario de Xalapa me ha permitido de manera generosa ser un medio a través del cual puedo presentar mis puntos de vista sobre los más diversos temas, y agradezco que durante más de 4 años haya tenido una completa libertad reflexiva, sin más restricciones que las que yo pueda definir.
Está claro, yo, Luis Guillermo Franco, soy responsable de lo que opino y no obedezco a posicionamientos de partido, iglesia, club o cualquier grupo. Desgraciadamente el orgullo voraz es el que pretende callarme de una manera burda, pedir el cese de mis reflexiones es hilarante pero también penosamente temerario y al mismo tiempo timorato. Es cierto, tengo una afinidad expresa con los documentos básicos del PRI y un activismo comprometido con el Frente Juvenil Revolucionario, pero para su sorpresa, no hay priístas de primera ni de segunda, y mucho menos pueden atajarse 43 años de militancia como un pretexto para despreciarme. Para la información de Yáñez, él y su servidor somos pares, porque ambos cumplimos con lo que los estatutos denominan “cuadro”. En apartado alguno de los mismos se dice que la antigüedad es una garantía para convertirse en un “Pontifice de la Verdad” (le doy su crédito, Inocencio dixit). De hecho el artículo 46 indica que “El Partido se compromete con los jóvenes para alentar sus expresiones sociales, políticas y culturales”. El numeral 57 plantea que “Los miembros del PRI tienen las siguientes garantías: Libertad de expresión oral y escrita al interior del Partido, sin más límites que el respeto a sus integrantes y a la unidad del Partido.” Es nítido mi derecho partidista y constitucionalmente garantizado mi libre pensamiento. Coincido plenamente con Daniel Badillo, quien el 21 de marzo pasado, como joven militante expresó de manera correcta su diferencia con los argumentos del Presidente Estatal de la Fundación Colosio. Cabe también preguntarse si Inocencio ya intentó promover la censura a Badillo. Con 43 años de militancia convencida, con más razón debe acatarse la fracción V del articulo 60 de los estatutos: “(los cuadros partidistas deben) promover la defensa de los intereses del Partido en el desarrollo de los procesos electorales en que participen”.
Yáñez ha descalificado públicamente la competitividad de los candidatos del PRI (excepto Ahued), y atribuye la potencialidad del triunfo a las divisiones de otros partidos. El 226 de los estatutos indica que procede una inhabilitación de 3 años porque ha apoyado a personas de comprobada militancia antagónica al PRI. Pero no puede descartarse el 227 en sus fracciones IV y V: “La expulsión procede por alguna de las causas siguientes: Realizar actos de desprestigio de las candidaturas sostenidas por el Partido u obstaculizar las campañas respectivas. Llevar a cabo actos similares respecto de los dirigentes o sus funciones, u otros que atenten en contra de la integridad moral o la vida privada de candidatos o dirigentes, funcionarios o representantes populares priístas; Difundir ideas o realizar actos con la pretensión de provocar divisiones en el Partido”.

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